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Tres meses después del estreno del primer episodio en ATRESplayer PREMIUM

Crítica del capítulo 2 de ‘Veneno’: ¿Está a la altura del primero?

Una entrega igual o más emocionante que la primera.

Sergio Espí 26 Jun 2020 - 16:13 CET
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Este domingo 28 de junio de 2020 se estrena en ATRESPLAYER Premiun el segundo capítulo de ‘Veneno’, la serie creada por Javier Calvo y Javier Ambrossi (Los Javis) que revisa la figura de Cristina Ortiz, alias ‘La Veneno’, uno de los iconos televisivos más importantes de los 90 y referente de la comunidad LGTBI+.  El episodio ha tardado en llegar por culpa de la pandemia y del estado de alarma pero ha merecido la pena. Es maravilloso

La vida ha cambiado, ‘Veneno’ no

En contra de lo que se suele creer, la labor del crítico no debería ser la de opinar sino la de argumentar. De ahí que a uno, bajo su propio prisma, una obra no le diga gran cosa pero, basándose en criterios artísticos (si es que existen), pueda reconocer su valor. Yo, por ejemplo, nunca he sido devoto ‘Breaking Bad’ pero siempre la pondré como una de las mejores series de la historia. Uno ha de hacer un esfuerzo por sacar sus prejuicios y centrarse en el análisis con distancia. Sí, es una utopía pero sería lo ideal, aunque a veces es imposible. Esto es lo que me ha ocurrido con ‘Veneno’.

Imagen: Twitter @javiercalvo

El primer episodio de la nueva serie de los Javis se estrenó en marzo de 2020, al comienzo del confinamiento. Era una época de miedo, de incertidumbre. Un servidor se pasaba las horas temblando, sin poder concentrarse, temeroso por si ocurría lo peor.

Con el piloto de ‘Veneno’ fue la primera vez en semanas que me distraje, que me entregué por completo a una historia; me evadí, lloré y reí.

A parte de mi entusiasmo había que analizar la obra y eran innegables su calidad, su apuesta por el costumbrismo, su capacidad empática, sus interpretaciones soberbias y su puesta en escena arriesgada y autoral.

Cosas de la pandemia, el capítulo dos nos ha llegado tres meses después. Tres meses en los que han cambiado muchas cosas. La vida ya no es igual. Mi vida ya no es igual. Al final, pasó lo peor.

Mi perspectiva ha cambiado. Mis prioridades no son las mismas. Lo que antes me emocionaba ya me da igual y viceversa. El arte, al final, es interpretativo. Depende de quién lo mira y de cuándo lo hace.

Pero al lío, me llega el segundo capítulo de Veneno y sentí un escalofrío. Me decían que era mejor pero la persona que vio aquel primer episodio ya no está. Soy otro.

Pero no,  tenía que ser ‘profesional’: No opines, argumenta. Y así lo hice. Lo intenté.

De Cristina a Joselito y viceversa

El capítulo es un viaje a la infancia de José Antonio, ‘Joselito’ , quien luego se convertiría en quien siempre fue, Cristina Ortiz.  Unos primeros años rurales, duros, con una madre y un entorno intolerantes pero que Los Javis muestran de manera luminosa. Ese es el gran hallazgo creativo del episodio; la utilización de recursos visuales y narrativos (las palizas familiares rodadas con distancia, con esos niños mirando a través de la puerta) para no negar la crudeza pero sin regodearse en la pornografía sentimental.

Lo que Calvo y Ambrossi hacen con la infancia de La Veneno es venderte el dolor con el lubricante de la belleza, de la fantasía. Eso sí, no disfrazan ni endulzan la realidad, la revisan a través de los ojos de su protagonista, de la manera que tenía (ella y todos) de sobrevivir.

Otra gran elección narrativa es la del cambio narrativo. Una Veneno ya mayor (la maravillosa Isabel Torres ) comienza a contar su vida cuando su voz pasa a ser la de un niño. Y qué niño. Qué niños, en realidad. Te los comes – la escena de la primera comunión debería estudiarse en clases de cine-.

Y de ahí pasamos a la adolescencia. Y pasamos de ver a un crío de 16 años practicando una felación prohibida a un despliegue maravilloso de virtuosismo visual y emocional, con esa feria de pueblo tan nostálgica, tan ‘bonita’ y, acto seguido, tan aterradora (no voy a hacer spoilers).

Pero al final, la historia de ‘Veneno’ es la historia de Valeria Vargas, la joven trans que ve en la famosa figura mediática su ejemplo a seguir, la que luego se convertiría en su amiga y biógrafa.

Y es ahí, en la historia de crecimiento de Valeria donde los Javis fallan. Pasaba también en el primer capítulo. ¿Por qué? Por la necesidad que tienen de colarnos esos diálogos tan de Mr. Wonderfull, tan de autoayuda barata.

Ese monólogo final de Valeria con su madre es obvio, excesivamente subrayado. Con todo lo que hemos visto antes, no hacía falta.

Emoción pura

Aún así, todo es casi perfecto en la serie de Atresmedia. Sigue siendo neorrealista, auténtica, honesta. Pero yo he cambiado, la pandemia me ha puesto del revés y ahora veo ‘Veneno’ con otros ojos.  No es sólo una historia de exclusión social y una radiografía de nuestra historia reciente. Ahora entiendo que yo, como Cristina Ortiz, necesito filtrar el dolor a través de la belleza; que la exageración, la creatividad, los sueños y la ambición son mecanismos de defensa; que la desgracia puede llevarte a ser quien quieres ser. Y también me he dado cuenta de que ‘Veneno’ es una historia sobre madres: las buenas, las malas, las que hacen lo que pueden y las que tú eliges.

He intentado ser objetivo, he argumentado (bien o mal) las fortalezas y debilidades del capítulo dos de ‘Veneno’ pero sólo puedo decir una cosa: me hubiese encantado ver esta serie con mi madre. Se hubiera reído, llorado y escandalizado pero, al final, me habría dicho: “Hijo mío, tranquilo, seguiremos luchando”. Gracias.

 

 

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