Ya acabó ‘Veneno’ en AtresPlayer Premium mientras que Antena3 emitió sus dos primeros capítulos en abierto y sus creadores, Javier Ambrossi y Javier Calvo, confirmaron una segunda temporada. Analizamos uno de los fenómenos televisivos del año (y de la historia).
¿Serie política o no?
Hace una semana Pablo Iglesias tuiteó lo mucho que le estaba gustando ‘Veneno’. Es una lástima, no sólo porque un Vicepresidente de Gobierno en plena pandemia tenga tantísimo tiempo como para ver tal cantidad de series (no lo tengo ni yo y me dedico a eso).
Es triste que el líder de de Podemos (o cualquier otro) politice y apadrine una serie que es mucho más que un discurso político. Y lo peor es que haya hooligans de ambos lados que no sean capaces de ver más allá.
Obviamente, hay una reivindicación en ‘Veneno’ y toda reivindicación es política pero eso es sólo la superficie.
Lo que cuentan los Javis, la lucha de derechos civiles, es un tema transversal. No debería tener colores y desgraciadamente los tiene. Politizar ‘Veneno’ es encorsetarla y precisamente la serie pretende hacer todo lo contrario.
Cristina Ortiz no era sólo trans, ni prostituta, ni delincuente, ni famosa. Es mil cosas más, como todos. Como la serie. Y como buen biopic, trata de un ser humano por encima del mito. Hay mil etiquetas (y ninguna) que definen a la Veneno. De ahí el brutal final del capítulo siete con todas juntas.
De hecho, hasta ahora, Cristina Ortiz nunca fue un ejemplo para el colectivo LGTBI. La rechazaron incluso los que tenían que cuidarla. Y es que no existe el transexual perfecto, ni el gay, ni la mujer, ni el heterosexuai, ni la víctima, ni nadie. Afortunadamente sí existe la serie perfecta.
El producto perfecto
Vista ya la serie entera (y algunos capítulos hasta cinco veces) no puedo más que unirme al entusiasmo general.
No soy muy forofo de los Javis como personajes pero a sus pies como creadores. ‘Veneno’ es un portento visual, narrativo e interpretativo (la dirección de actores es un milagro, el sueño de cualquier intérprete)
En una época en la que el concepto ‘serie del año’ se ha devaluado tanto que ya no significa nada, hay que explicar que esta destaca por su capacidad autoral, única.
Los Javis saben mezclar, como nadie, lo más ordinario y escabroso con la filosofía Mr. Wonderfull y no despeinarse. Es más, triunfan.
No ha habido, hasta ahora, una obra televisiva con tanta libertad creativa como esta. Y sé de lo que hablo.
Vender ocho capítulos de referencias excesivamente locales (sin explicar demasiado para lo no entendidos) y con un personaje central tan polémico es casi un suicidio para cualquier cadena de televisión pero Atresmedia ha demostrado valentía con un producto por el que sí merece la pena pagar lo que haga falta.
Un final estremecedor
El domingo 25 de octubre de 2020 AtresmediaPlayer Premium estrenó el octavo y último capítulo de ‘Veneno’ y sigo llorando.
Este puede que no sea el mejor de los episodios pero lanza el mensaje claro de que esta no es solo la historia de una prostituta transexual, o el el fresco de todo un colectivo (que también).
No, con ese final (‘prestado’ de ‘Big Fish’) los Javis transforman la mentira en necesidad, la imaginación cómo acto de supervivencia supremo.
En plena pandemia, cuando muchos no hemos podido despedir a nuestros seres queridos como quisiéramos, ‘Veneno’ nos ha dado esperanza. Es ahí donde se rompen las etiquetas. Cualquiera puede ser Cristina Ortiz, o Valeria, o Paca ‘La piraña’… Toda vida es bonita si se sabe contar.
¿Es necesaria una segunda temporada?
Hombre, teniendo en cuenta el final (que todos sabemos) del personaje, no sé que pueden contar más, pero los Javis anunciaron, el domingo 25 de octubre de 2020, que están trabajando en una segunda temporada.
¿Son unos oportunistas que quieren aprovechar el éxito? Sinceramente, no lo creo. Viendo la trayectoria de estos dos artistas, podemos intuir que si quieren hacer algo es porque tienen algo que contar.
Explorar el universo de ‘Veneno’ con el mundo trans de los noventa puede ser una antología preciosa y necesaria.