Durante el pasado Festival de Sevilla, tras su paso por el de San Sebastián, Johnny Depp afirmó que en cuanto observó a Antonia Desplat durante el casting para el papel de Beatrice Hastings en su segunda película como director (la primera, The Brave, 1997), pensó: “Conseguido. Ya la tengo”.
Inmejorable comienzo en el proyecto de esta actriz parisina, simpatiquísima y expresiva, además de muy guapa, conocida por series como Shantaram o Made in France. En Modigliani: Tres días en Montparnasse encarna a una de las musas y amada amante del célebre pintor italiano (Livorno, 1884-París, 1920).
El film de Johnny Depp, cuyo título original es Modi: Three Days in the Wings of Madness (Modi: Tres días en las alas de la locura), y que está basado en la obra escrita en 1979 por el norteamericano Dennis McIntyre “Modigliani: Una obra en tres actos”, muestra precisamente eso. Tres días de chaladura en el citado distrito parisino en 1916 que empiezan con el pintor y escultor de alargados rostros y cuellos montando un jaleo en la célebre brasserie Le Dôme (La Cúpula), y que prosiguen junto a sus amigos, también artistas (y de la olla), Utrillo y Soutine; sus encuentros (apasionados y atormentados) con su musa y amante, la escritora, poetisa y crítica de arte británica Beatrice Hastings (Antonia Desplat) en su estudio de Montparnasse; aderezados por sus tiras y aflojas con su amigo y marchante, Zbo (Stephen Graham, el padre en la serie de Netflix Adolescencia), hasta su final reunión con el coleccionista francés Maurice Gangnat (Al Pacino).
Esto no es un biopic; no es una biografía del célebre creador italiano que vivió pobre y murió a los 35 años de meningitis tuberculosa el día en que sus obras comenzaron a cotizarse (de hecho, en su epitafio, reza: “La muerte lo alcanzó cuando llegó a la fama”, y, como dato, en 2015, según la página oficial de Christie´s, su cuadro de la serie Nu Couché (Desnudo acostado) alcanzó en subasta un precio de algo más de 170 millones de dólares.
Lo que ha dirigido Johnny Depp es otra cosa, y su resultado, plagado de notables interpretaciones, fotografía, decorados, diálogos, y también locuras, sí, es altamente interesante.
Muchas felicidades por la película. Estupendo trabajo.
¡Gracias!
Todo el film versa sobre el sufrimiento de Modigliani, quien sostiene que para ser artista hay que sufrir. ¿Está de acuerdo con esa afirmación?
Creo que en la leyenda del artista atormentado, el dolor puede ser utilizado de una forma muy bella para crear arte; con eso estoy de acuerdo. Pero no creo que haya que sufrir para ser artista, aunque entiendo que muchos utilicen esa oscuridad y tristeza en su creación y la encaucen de alguna forma. Así que estoy de acuerdo y en desacuerdo. No creo que haya que estar sufriendo para ser artista, pero sí que Modigliani hiciera uso de su dolor para ser el artista que fue.
Como actriz, ¿usted sufre? ¿Es más creativa cuando sufre?
Creo que cuanto más cosas me pasan en la vida, y cuantas más dificultades atravieso, en especial, cuando sufro, más aprendo como actriz. Porque siento mi propio dolor en mis interpretaciones. Por ejemplo, si necesito utilizar una emoción de tristeza, puedo indagar en mis dramas y traumas y en mi dolor para conseguir llegar a ese sitio, al espacio emocional en el que el personaje necesita estar, así que sí. Por supuesto. Y ya sabes, los cómicos, los divertidos, son los que más sufren y utilizan bromas para encontrar luces en la oscuridad de sus vidas. En realidad, no tengo una respuesta de blanco o negro. Pero sí podemos utilizar el dolor y transformarlo en algo artístico.
Amedeo Modigliani (Modi para sus amigos), y Beatrice Hastings tienen una relación muy apasionada y bonita, y también muy atormentada. ¿Qué ha aprendido de Modigliani y de su relación con esta mujer?
Que nunca podrían funcionar juntos, porque en una relación tiene que haber cierta estabilidad y ambos son elementos muy incendiarios, así que no creo que el fuego y el fuego funcionen bien. Los dos son muy apasionados, muy ambiciosos, y muy competitivos, y ambos tienen grandes egos. Ninguno de los dos está dispuesto a comprometerse. Ella no va a ceder su parte artística, él no va a ceder su parte artística. Él respeta el trabajo de ella, pero… No lo ve en el mismo nivel que el suyo, y creo que eso es lo que al final los destruye. Uno necesita tener este tipo de historia de amor en su vida, pero, desde luego, esos no son los romances que duran para siempre. Considero que el fuego y la pasión no perduran si son demasiado intensos. Es bonito dejarse llevar, sí, pero, al final, en una relación así, lo mejor es dejarlo, porque te destruye.
He entrevistado a Johnny Depp un par de veces, y le pega muchísimo elegir un personaje como Modigliani para hacer una película sobre él. ¿Cómo fue trabajar con él y cómo actúa como director? ¿Lo tiene todo controlado o deja improvisar?
Él nos guiaba. Johnny Depp es actor, y para mí es uno de los mejores del siglo. Siempre le he admirado, desde que era pequeña, así que trabajar con él ha sido como: “¿De verdad me está pasando esto? (Ríe). Lo primero que hace es crear un espacio muy seguro en el que te sientes que no hay rocas que escalar. Todo está al mismo nivel, y, al fin y al cabo, simplemente somos un grupo de artistas queriendo crear algo bonito. Y eso también aplica a los técnicos, al operador de cámara… Todo el mundo está al mismo nivel, y Johnny crea un espacio en el que hay un diálogo abierto donde los egos no son bienvenidos. Es como si dijera: “Deja tu ego detrás de la puerta y entra para darme lo mejor que puedas darme. Y vamos a hacerlo todos juntos para poder crear magia”. Eso es muy bonito porque ya no ocurre tan a menudo. En el rodaje hemos tenido la libertad para que cada departamento aportara su especialidad. Y con nosotros, los actores, ha sido muy cuidadoso y muy cariñoso. Nos animaba constantemente. Muy estimulante. Además, Lo que es increíble con Johnny es que no busca la perfección. En todo caso, busca errores.
¡Vaya! (Río).
Sí. Porque para Johnny, donde hay un error, hay realidad. Porque en la vida la gente comete fallos. Y en la vida nada es perfecto. Así que cuando tienes estos momentos de desaciertos en el rodaje, se produce un destello de realidad en el que nosotros, como humanos, nos tenemos que relajar ante la equivocación, tal y como haríamos en la vida real. No nos ensañamos con el error. Así que hay verdad real y libertad real cuando se produce un error o fallo. Nos decíamos: “Simplemente déjalo, y siéntelo”, y, a veces, nos guiaba hacia algo, y discutíamos juntos la escena… Al final estuvimos tres meses juntos, reescribíamos partes, debatíamos si necesitábamos más de esto o de aquello… Había un diálogo constante. Todo se basaba en la colaboración. Eso ayuda muchísimo, así que pulgares hacia arriba por tener el apoyo alentador de Johnny Depp. Como actriz es un sueño. Creó un espacio muy seguro y muy estimulante.
¿Se le veía estresado por todo lo ocurrido durante su mediático juicio con su ex mujer?
Oh, no. En absoluto. El juicio había sido mucho antes, y el rodaje tuvo lugar en 2023. Estaba muy relajado, y como director es increíblemente relajado.
A mí también me pareció muy relajado,y muy amable en las entrevistas que le he hecho. ¿Alguna vez perdió los nervios o se alteró en el rodaje?
No. Es muy calmado. Incluso cuando hay un problema, encuentra soluciones. Y a mí que calma, porque yo soy muy nerviosa como actriz. Especialmente al principio. Luego lo dejo ir, pero él consigue hacerme sentir tranquila, cosa que es alucinante, porque al principio yo estaba muy impresionada por su presencia. ¡Es Johnny Depp! Pero es muy calmado y calma a todo el mundo. Así que el ambiente era tranquilísimo y nos tomamos nuestro tiempo. Es maravilloso.
Es francesa. Y nació…
Nací en Montparnasse (barrio de París) el 28 de septiembre de 1994, así que soy libra.
Siempre buscando el equilibrio…
Exacto. Y me crié en el Taller Brancusi, lo que es increíble porque teníamos una copia de una postal que Modigliani escibió a Constantin Brancusi (el artista pionero del arte moderno, Hobita, Rumanía, 1876-París, 1957). Y eso ocurrió donde me crié 15 años, en la calle Montparnasse 54 (ahora, el restaurante argentino Les Grillades de Buenos Aires). Y cuando Beatrice Hastings se mudó a París, vivía en esa calle en el número 55. En su diario, Beatrice dice constantemente que podía ver el estudio de Brancusi. Así que ella veía el sitio en el que yo me crié, lo cual es increíble.
¡Desde luego! Su padre es Alexandre Desplat, un reconocidísimo compositor de bandas sonoras, ganador del Oscar por El Gran Hotel Budapest y La Forma del Agua, y nominado a la estatuilla once veces. He leído que su madre es actriz…
No, mi madre es violinista y directora de orquesta. Ambos son músicos.
¿Y cómo se convirtió usted en actriz?
Tuve formación musical clásica toda mi vida. Es una formación muy estricta, tenía que practicar muchísimo, y tengo diploma en Teoría Musical, Guitarra Clásica, Canto, Ballet…
Hice toda la formación de conservatorio de todo durante 15 años, y me hice alérgica a ello. Necesitaba liberarme de todo eso, y no quería hacer lo que mis padres hacían, porque nunca es perfecto, ni lo suficientemente bueno, así que sí quería actuar. Mi primer trabajo fue a los 9 o 10 años en un programa de tv en Francia, y en cuanto pisé el set, me encantó. Y empecé a hacer teatro, y a los 15 años les dije a mis padres: “Quiero ir a Inglaterra para aprender inglés y formarme en una escuela de Shakespeare”. Así que supe muy pronto que esto era lo que quería hacer.
En la película tiene un estupendo acento inglés británico, así que ese idioma no es una barrera. ¿Dónde y con quién le gustaría trabajar?
Hay tantos. Quiero trabajar en todas partes. También hablo español, italiano… Me encantaría trabajar con Almodóvar, con Sorrentino, con Guadagnino, con Denis Villeneuve en Canadá o donde sea. Y lo más importante, Spielberg sería mi mayor sueño.
Piensa a lo grande (empieza en pequeño), como dicen los americanos.
¡Sí!
¿Habla español?
Sí. Entiendo todo. Lo estudio en la escuela, y también he aprendido italiano, así que ahora los mezclo. Pero si leo un personaje, tengo el acento y puedo hacer de española, pero ya no lo puedo hablar, lo cual es muy frustrante. Necesito recuperarlo. También tengo una casa en Mallorca. Vamos todos los años, desde muy pequeña. De hecho, por eso me llamo Antonia.
¿Por eso le pusieron sus padres Antonia?
Sí. Porque en el pueblo de Mallorca alguien se llamaba Antonia.
Pues si viene a Madrid un par de meses, perfecciona el español y listo.
Sí. Me encanta Madrid.
¿Ha visto Emilia Pérez, presentada en el pasado Festival de Venecia?
Sí. Una gran película.
Volviendo a Modigliani, ¿le gusta como pintor?
Me gusta muchísimo. Y también sus esculturas, que realmente me llegan. Beatrice Hastings se crió en Sudáfrica y a ella le encantaban sus esculturas porque conectaba con estas formas étnicas. De hecho, en su diario, hay una parte en la que dice: “Me encantaría algún día tener una de estas, pero estoy segura de que él las venderá por una fortuna, porque los italianos son bastante tacaños, pero puedo soñar con tener una algún día”. Y es curioso. Johnny tampoco sabía eso, y en la película, cuando Modi le da la escultura de la cabeza a Beatrice, yo pensé: “Oh, esto es estupendo”.
No tiene ninguna escena con Al Pacino, pero, ¿le ha conocido?
Sí, muchas veces. Tuve la oportunidad de estar con él varias veces en Los Ángeles muchas horas, y eso ha significado muchísimo para mí. Me dedicó su libro, Sonny Boy, Memorias, y es algo que guardaré siempre porque me lo ha dado mi ídolo con un mensaje precioso. Además, el libro es buenísimo. Es increíble ver cómo Al Pacino batallaba en los inicios de su carrera, como hacemos todos, con sus altibajos. ¡Y eso le pasa a Al Pacino!
Al Pacino me contó en una entrevista lo muy agradecido que estaba a su profesora de octavo curso. Que le salvó la vida al ir a hablar con su abuela de su talento interpretativo e indicarle que él debería actuar.
Sí. Así fue.
Usted también ha producido, escrito y protagonizado un corto muy premiado, Held For a Moment (2019)
Sí. Me interesa producir, escribir y actuar, pero no dirigir. Ese corto lo hice porque quería dar visibilidad a las mujeres que sufren el parto de un feto muerto. ES algo que me afecta, no porque lo haya sufrido, sino por otras razones. Y creo que le ha llegado a la gente.
Muchas gracias y muchos éxitos.
Muchas gracias.