Por José María Arévalo
( Casa del Principe. Acuarela de F. Buendía en su exposición de abril de 2010, en Caja Círculo, Valladolid. 36×27) (*)
Reseñábamos en este blog hace unos días la exposición que puede verse estos día en el museo de La Pasión “La belleza del modernismo. Obras del Museo de Modernismo de Barcelona”, que ha puesto de moda en nuestra ciudad este movimiento artístico y cultural de finales del XIX y principios del siglo siguiente, y comentábamos que en Valladolid tenemos ejemplos de edificios modernistas muy interesantes. Así que vamos a verlos en los próximos días.
( Cánovas del Castillo nº 6, con los dragones y atlantes que soportan los balcones) (*)
La web artevalladolid.blogspot.com.es incluye un blog titulado “El maestro de obras Modesto Coloma: Un paseo por el Valladolid Ecléctico y Modernista” en el que, recogido del libro de Francisco Javier Domínguez Burrieza “Modesto Coloma: Medio siglo de arquitectura civil en Valladolid (1875-1925)”, nos explican que “El único modelo de claro Modernismo catalán (aparte de las pequeñas influencias que posee la Casa del Príncipe de Jerónimo Arroyo) que conserva Valladolid, corresponde al actual número 6 de la calle Cánovas del Castillo (antiguos 22, 24 y 26), levantada en 1916”. Vamos pues a ver hoy estos dos edificios, verdaderamente extraordinarios.
“Se basa – continúa esta web respecto a la casa de Cánovas del Castillo 6 que construyera Modesto Coloma- en la corriente medievalista de arcos apuntados, arquillos ciego, ventanas trilobuladas, etc. Sin embargo, lo que más llama la atención es la fantasía decorativa en la ejecución de algunos motivos, caso de los dragones y atlantes que soportan los balcones. Los miradores, con vuelo semicircular, destacan tanto por el tipo de huecos que poseen como por su posición centralizada en la fachada. Es posible que la vinculación catalana de este edificio provenga a través de algún viaje a Cataluña o por el conocimiento de cuadernos de dibujos, fotografías o revistas.”
( Balcones de Cánovas del Castillo nº 6) (*)
En cuanto a la Casa del Príncipe, comienza Wikipedia explicando cómo la Acera de Recoletos había sido, desde el siglo XVI, el espacio donde numerosas órdenes religiosas habían construido sus conventos y centros asistenciales, y que tras la Desamortización de Mendizábal en 1835, la burguesía se adueña de este espacio, eligiéndolo para edificar sus residencias más importantes. La Casa del Príncipe se sitúa en la esquina entre la acera de Recoletos y la calle Colmenares. Esta última había sido abierta en 1893 sobre los terrenos de los antiguos conventos para aprovechar mejor los solares.
La construcción empieza en 1906 y termina en 1908. Los planos son obra de Jerónimo Arroyo, formado en la Escuela de Barcelona y titulado en 1899. En esta obra vemos todavía al arquitecto titubeante en algunos aspectos compositivos que en obras posteriores irá asentando. El edificio muestra el portal en la esquina, como era casi preceptivo en este tipo de solares, y se organiza en torno a un gran patio interior que se encuentra en el centro del solar y al que también abre ventanas la escalera. Esta es una disposición muy moderna para aquel tiempo y se usará en numerosísimas ocasiones en las décadas siguientes.
El estilo – continúa Wikipedia- es ecléctico, con numerosa influencia del modernismo (detectable sobre todo en los adornos vegetales de la fachada), aunque también posee otras referencias, como a la tradición del mudéjar (al usar ladrillo en las fachadas) o al estilo beaux-artiano francés.
Ampliamos esta síntesis con lo que recoge de la Casa del Principe el citado artículo de Artevalladolid sobre el edificio del arquitecto palentino Jerónimo Arroyo, “uno de los más arquitectos modernistas más importantes de Castilla y León, y también de España”. Jerónimo Arroyo López, nace en la casa nº 50 de la palentina Calle Mayor el 14 de enero de 1871. Era el segundo hijo de Ambrosio Arroyo de la Hera y Julia López Cabeza, un matrimonio de familia acomodada. Comenzó sus estudios de bachiller en 1881 en el Instituto General y Técnico de Palencia, donde obtuvo el título de Grado de Bachiller en 1884, destacando en las asignaturas de Poética y Retórica, y también en la de Lengua Francesa.
( La Casa del Principe) (*)
“En 1885, tras convencer a su padre, ingresa en la Escuela General Preparatoria de Ingenieros y Arquitectos de la Universidad Central de Madrid. En 1892 acababa sus estudios en esta Escuela e ingresaba en la Escuela de Arquitectura de Madrid. Durante los dos años en que permaneció en esta escuela no aprobó ninguna asignatura, debido a que se dejó embriagar por la bohemia madrileña de la época. En 1894, tras suspender todas las asignaturas en sus estudios de arquitectura, pasa a la Escuela Superior de Barcelona. El primer año de carrera (1895) lo compagina con un trabajo de delineante. Finaliza la carrera en 1899, obteniendo el título de arquitecto el 1 de agosto.
La “Casa del Príncipe” es uno de los más bellos e importantes logros modernistas de la ciudad. Situada en la actual Acera de Recoletos nº 11 esquina a calle Colmenares, fue mandada levantar en 1906 por Eladio Fernández de Laza, quien deseaba construir en ese solar un edificio destinado a casa de alquiler y a locales comerciales. El expediente de esta obra contiene tres hermosos planos. Se refieren a plantas, secciones y alzados. Están presentados e negativo y constituyen un magnífico ejemplo de delineación. Los planos fueron realizados en Palencia en abril de 1906, siendo aprobados por el arquitecto municipal vallisoletano, Juan Agapito y Revilla el día 21 de ese mismo mes.
La obra presenta un claro paralelismo con la realizada en 1905 por el que fuera su profesor en Barcelona, Lluis Doménech i Montaner, la premiada casa A. Lleó-Morera (Barcelona, Paseo de Gracia nº 35). El solar sobre el que se asentó la casa es un cuadrilátero cuya superficie total mide 625,93 m2 destinándose a patio y chaflán 127,38 m2, quedando la superficie abierta reducida a 498,55 m2. El edificio dispone de sótano –sólo en la primera crujía–, planta baja y cuatro pisos. Las alturas de los pisos son las siguientes: planta baja 6 m., planta principal 3,85 m., planta segunda 4 m., planta tercera 3,60 m., planta cuarta 4 m., y terrado 1,50 m.
El edificio posee un constante ritmo ondulante, conseguido por el remate de la cornisa, por los balcones de línea curva y por la integración del elemento circular en rotonda que suaviza la esquina, situándose en planta baja el portal de entrada bajo la rotonda. Es en la esquina donde se sitúa el centro compositivo y eje del edificio.
Esta obra se muestra decididamente próxima a las influencias del modernismo catalán: elegantes líneas estilizadas, formas sinuosas, motivos florales, tallos que se retuercen…, aparecen profusamente en toda la composición, tanto en piedra artificial como en hierro. El hierro es utilizado buscando esa delicada sensación de movimiento vegetal, en los pilares de fundición con capiteles vegetales, en la forja de los balcones… A modo de marquesina enlazando la rotonda con el portal de entrada, aparece este material con motivos florales y líneas curvas, fingiendo sujetarla.
La parte baja de la casa se destina a comercio. Para obtener una mejor visibilidad en los escaparates, se han introducido pilares de hierro fundado. La puerta se sitúa muy oportunamente en la esquina a ambas calles, circunstancia frecuente en la arquitectura del momento. El suelo del portal se decora con un mosaico de la época (arte muy cultivado por el modernismo), y en él figuran las iniciales E. F., que corresponden al nombre y apellido del promotor, y a la fecha de 1908.
Sobre este portal monta un torreón volado, semicilíndrico. Los antepechos se adornan con guirnaldas obtenidas en hormigón, y presentan huecos amplísimos, cerrados con cristalería. El torreón, verdadero ejemplo de elegancia y ligereza, finge sostenerse sobre repisas de hierro, de finísima motivación botánica. Remata en airosa cúpula. Diríase un modernismo de esencia rococó. La rotonda incorpora en cada nivel los mismos dinteles que en el resto de los huecos. Juego que ayuda a mostrarnos la idea orgánica de la rotonda como volumen enfatizado y focalizador y, a la vez, perfectamente integrado en el esquema compositivo global.
El último piso se distingue del tratamiento de los otros niveles, ayudando a manifestarse como remate o coronamiento. En este nivel, los balcones son de forja de hierro y se interrumpe la continuidad del módulo de miradores para pasar a ser un balcón, excepto en la rotonda. En estos aparece un ventanal en forma de arco túmido, elemento que encontramos en la obra de muchos arquitectos modernistas: Romeu Ribot, Doménech i Montaner, Paul Cauchie, P. Hankar, Gustave Strauven… Los dinteles, en piedra artificial, dejan de ser meros arquitrabes o arcos rebajados, como en los anteriores niveles, y se muestran con un fresco aire gótico, retorcidos con formas florales, que recuerdan al neogótico de Joseph Puig i Cadafalch, sobre todo, en la Casa Macaya (1899-1901, Barcelona, Paseo Sant Joan nº 106).
A cada calle presenta la casa otros miradores, con estructura de hormigón y caprichosos temas botánicos. Los antepechos se completan con red metálica con trama de rombo, muy usada en el modernismo. El arquitecto ha combinado adecuadamente el color: piedra en el cuerpo bajo, piedra artificial, hormigón blanqueado, y ladrillo prensado, de color rojo. La cornisa se inflexiona con curvas y contracurvas, a la manera rococó.”
Continuaremos las semanas próximas con otros ejemplos de edificios de influencia modernista, quizá no tan destacados como estos dos pero también muy interesantes.
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(*) Para ver las fotos que ilustran este artículo en tamaño mayor (y Control/+):
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